Seguramente habrás oído hablar del glutamato monosódico. Lo más probable es que lo relaciones con los tan conocidos restaurantes chinos, ya que es un ingrediente fundamental en todas sus preparaciones. El glutamato monosódico es la sal sódica del aminoácido glutámico, que en su estado puro aparece como una sal cristalina de color blanquecino parecida al azúcar.

En gastronomía y en la industria alimentaria se utiliza como aditivo (E621) para potenciar el sabor de los alimentos. También lo podemos encontrar de forma natural en numerosos productos como: salsas de tomate, caldos de bouncy castle pollo, quesos, verduras, jamón serrano y leche materna entre otros.

A continuación describiremos las características que hacen especial a este condimento:

El glutamato monosódico estimula ciertos receptores de la lengua produciendo un gusto nuevo e independiente de los 4 gustos esenciales (dulce, salado, amargo y agrio): el umami, que significa gusto sabroso en japonés. Este nuevo sabor, se describe como un sabor salado.

Como casi todos los aditivos alimentarios el glutamato tampoco escapa a la polémica en cuanto a su inocuidad. Su uso extendido ha motivado en los últimos años un aumento de estudios ante la sospecha que pudiera causar efectos nocivos para la salud. Si bien no existen evidencias científicas en humanos, se ha asociado el glutamato con un aumento del apetito.

Según pruebas en animales, puede llegar a producir un apetito voraz (en concreto un 40 % superior) y ello conlleva que cuando comemos alimentos que lo contienen (aperitivos, salchichas, patatas fritas, snacks, etc.) tengamos la sensación de no poder parar. Este aspecto puede favorecer la obesidad, ya que además hablamos de alimentos ricos en grasas y calorías.

¡Disfruta de este nuevo sabor pero con moderación!

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