Podemos decir que las abejas, además de ser excelentes arquitectos, podrían considerarse las mejores y más sabias alquimistas de la naturaleza. Al fin y al cabo, su invento, la miel ^[1], ha sido utilizado como alimento en todas las épocas y culturas de la humanidad, y desde siempre se han conocido sus cualidades nutritivas y medicinales. La miel es un fluido dulce y viscoso producido por las abejas a partir del néctar de las flores. Es utilizada desde tiempos remotos en la alimentación humana, así como para usos terapéuticos: por su propiedad antiséptica, antimicrobiana y cicatrizante.

Muchos de nosotros la utilizamos en nuestra alimentación diaria para endulzar nuestras bebidas (el té, por ejemplo), en las tostadas del desayuno o para elaborar platos de cocina o repostería.

Nutricionalmente la miel aporta un 20% menos de calorías que el azúcar y tiene un mayor poder edulcorante. Es más rica en nutrientes y un suplemento calórico perfecto para personas como deportistas y niños (de más de un año y medio) chateau gonflable ^[2] que tienen incrementadas sus necesidades físicas e intelectuales. Quizás las malas noticias son para las personas diabéticas o aquellas que deben cuidar su peso corporal ya que 100 gramos de miel contienen 325 calorías y por lo tanto, una buena fuente de energía y azúcares simples. Tampoco es recomendada en exceso para personas con hipertrigliceridemia o en casos de alergia al polen.

En el campo de la cosmética la miel es utilizada para elaborar cremas, mascarillas faciales o tónicos, debido a sus cualidades astringentes y suavizantes. En medicina, previene infecciones en heridas o quemaduras superficiales.

¿No crees qué la miel es un néctar divino?

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