El huevo: un mundo de posibilidades

Huevos escalfados

De gallina, de pato u oca, de avestruz, de codorniz, de peces y hasta de insectos en determinados sitios, el huevo es uno de los alimentos más habituales de nuestra alimentación y sin duda uno de los más completos desde el punto de vista nutricional.

Es rico en proteínas de excelente valor biológico, vitaminas y minerales. Además presenta otras sustancias beneficiosas para la salud como la colina o la lecitina. No obstante, los huevos presentan un elevado contenido en colesterol, por lo que no es aconsejable consumirlos más de cuatro veces por semana.

Conviene destacar que los huevos de oca, pato y codorniz presentan un mayor contenido en colesterol, muy superior a los huevos de gallina. Por tanto, se debe controlar el consumo de estos huevos, no siendo recomendable consumirlos más de una vez al mes.

Su fácil conservación, sus múltiples usos y las posibilidades de preparación que ofrece hacen de este humilde alimento un verdadero tesoro alimentario y culinario.

Aunque muchas veces formen parte de otras preparaciones, los huevos suelen ser consumidos solos. Las formas más habituales de preparación son:

  • Fritos:  el valor calórico aumenta considerablemente debido al uso de aceite, margarinas o mantequillas para su elaboración.
  • A la plancha:  utilizando superficies de teflón, la necesidad del uso de materia grasa es considerablemente menor.
  • Tortillas:  como la francesa por ejemplo, que puede rellenarse o combinarse con otros alimentos.
  • Revueltos o rotos:  haciendo cuajar la yema con la clara conjuntamente. Cocinarlos demasiado sería un pecado.
  • Cocidos:  hervidos con cáscara durante unos diez minutos. Si los cocemos menos tiempo, la clara estará coagulada y su yema jugosa. Ideal para desayunos.
  • Escalfados:  cocidos sin cáscara, en agua o caldo hirviendo, con un chorrito de vinagre o limón para facilitar su coagulación. Sin duda es el que exige más cuidado. Junto con los cocidos, son los indicados para no sumar calorías.
  • Al plato:  cocidos al horno en un molde o cazuela.
  • Crudos:  se emplean para batidos, postres o salsas. No olvide que el consumo de huevos crudos es la fuente más frecuente de salmonelosis. Además no se absorbe la biotina y la clara de huevo es peor asimilada.
  • Huevos secos o conservados en salmueras o salazones:  en algunas culturas como las orientales. Una vez cocidos los huevos, se conservan secándolos o en soluciones con sal y especias.

Recuerde que el método de cocción que utilice será lo que determine el valor calórico final del huevo. Actualmente se puede encontrar en el mercado una gran variedad de planchas, sartenes, cazuelas y ollas con superficies antiadherentes que nos permiten preparar nuestros huevos utilizando sólo pequeñas cantidades de materia grasa.

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